Los socios chinos de Mediapro culpan a Tatxo Benet del hundimiento de la compañía
La sociedad china Orient Hontai responsabiliza a uno de los fundadores de Mediapro, Tatxo Benet -conocido en el sector audiovisual como la cara amable del desabrido Jaume Roures- del hundimiento de una compañía que llegó a facturar, en 2019, 1.817 millones de euros con unos beneficios brutos de 224. Una cifra engañosa porque el holding catalán arrastraba una deuda de 727 millones, que le impidió cumplir con sus acreedores.
Para los inversores chinos de Shanghái, los errores de Benet habrían abocado a la compañía al precipicio financiero. No sólo por su desastrosa gestión a la hora de afrontar la corrupción de Mediapro en el conocido como Fifagate, sino por la multitud de patinazos que ha llevado al grupo a un estado de alarma económica. Entre ellos el aterrizaje frustrado y ruinoso de Mediapro en la gestión de los derechos televisivos de las ligas de fútbol en Italia y Francia, que de las cámaras y del terreno de juego ha terminado en el entarimado de los tribunales.
Mediapro retransmitió, en 2019, los Juegos Panamericanos y se encargó de la producción de competiciones futbolísticas como la final de la UEFA Champions League, en Madrid, la Supercopa de Europa, en Estambul; y la UEFA Nations League, en Oporto.
El número dos de Mediapro, siempre a la sombra de Roures, con quien fundó la compañía en 1994 junto al empresario Gerard Romy, acudió a los fondos buitres Searchligft e Invesco a fin de detener la sangría sin consultar, previamente, a sus socios orientales. Las dos sociedades de inversión se comprometieron a capitalizar los 330 millones de euros de una parte de la deuda del grupo y a inyectar 150 millones para afrontar los problemas de liquidez.
Mediapro arrastra una deuda de cerca de mil millones de euros desde mucho antes de la pandemia, que sin duda la agravó. En 2020 redujo sus ingresos en un 40% lo que desembocó en unas pérdidas de más de 200 millones. Tal es el fiasco financiero generado por Benet y Roures que el grupo se vio impotente para afrontar antes del verano el pago de 90 millones, que fue aplazado por sus acreedores.
La operación de Benet con los fondos buitres se canalizó a través de Televisa con quien el productor mantiene unas excelentes relaciones. Los mexicanos le facilitaron el contacto con Searchligft e Invesco, ya que el primero de los fondos de inversión participa en el canal hispano Univisión, que se emite en Estados Unidos. Los socios chinos no mordieron el anzuelo, ya que esa solución propiciaba más ventajas para Benet y Roures en la gestión de Mediapro. “Era una paradoja porque los verdaderos aniquiladores de la compañía salían reforzados en lugar de ser defenestrados”, se queja un alto cargo de la compañía.
El socio mayoritario de Mediapro, que invirtió en la compañía en 2018 mil millones de euros con la compra del 54% de las acciones a Torreal, Televisa y Mediavideo del fundador Gerard Romy, recrimina a Benet, entre otras medidas catastróficas, la operación de salvación a través de los fondos buitres Searchlight e Invesco.
Los socios chinos, al rescate
Para detener el movimiento financiero, los chinos de Orient Hontai -con la mayoría accionarial del 54% de Mediapro- pusieron sobre la mesa 620 millones. Era la única fórmula de hacer frente a las deudas y reflotar el grupo audiovisual catalán.
El fin era detener la sangría provocada por el dúo Roures-Benet y recuperar la estabilidad de un holding que ocupa a 7.000 empleados en 38 países, que siguen expectantes sobre la viabilidad económica de la empresa audiovisual.
Pero los problemas de Mediapro vienen de muy atrás, según fuentes internas de la compañía consultadas por OKDIARIO. Todos los encuestados señalan a Benet como el principal responsable de la hecatombe financiera. El declive se inició cuando el FBI estadounidense investigó a la compañía por pagar sobornos a directivos de la FIFA para obtener con trampas los derechos televisivos de varios mundiales.
El proceso judicial, que sigue abierto en la Corte de Brooklyn (Nueva York), condenó a Mediapro al pago de una multa superior a 20 millones de euros, que Roures y Benet asumieron sin pleitear. Además, la compañía audiovisual se vio obligada a destinar una cantidad de varios millones de euros para los honorarios de los abogados y recomponer su estructura en Estados Unidos.
A la aventura norteamericana habría que añadir los gatillazos de la gestión de Benet en Francia e Italia, donde Mediapro se enfrenta a sanciones millonarias por el incumplimiento de los contratos con las ligas de fútbol de ambos países.
Así mismo, a los socios internacionales no les habría gustado la politización de la compañía, que se ha escorado hacía el movimiento independentista. Roures y Benet ya no se esconden cuando opinan sobre los grupos secesionistas.
Las fuentes internas de Mediapro añaden que la situación de encallado se produjo tras la salida del holding del cerebro de la compañía, Gerard Romy, que se vio afectado directamente por el Fifagate, al que se enfrenta en los tribunales norteamericanos acusado de sobornar a directivos de la FIFA.
La sombra de Gerard Romy
Un ex alto cargo de la compañía no oculta su malestar: “Tatxo Benet traicionó a Romy y lo dejó tirado en medio del proceso”. El gestor sobre el que recayó el peso de la compañía durante años vendió sus acciones tras la entrada de los chinos y se dedicó a defenderse de la acusación de soborno, mientras sus ex socios lo abandonaban. Romy nunca compartió su responsabilidad en el caso de corrupción internacional con Roures y Benet, pero es cierto que todavía no ha dicho su última palabra y puede destapar ante la Fiscalía de Nueva York la verdadera trama de Mediapro.
Benet, el hombre gris de Mediapro desde sus años de TV3, siempre un paso por detrás de Roures, no ha destacado por su brillantez. Según las mismas fuentes: “Se limitaba a protagonizar el papel de sonrisa del malhumorado Roures, recibiendo a los clientes que no querían saber nada del trotskista”. Mientras tanto, Romy generaba negocio, principalmente en el ámbito de los derechos de las retransmisiones deportivas.
El reparto actual de las acciones de Mediapro es el siguiente: Orient Hontai posee el 54%, la empresa británica de publicidad WPP, el 22% y Roures y Benet, el 24% repartido a partes iguales.
El problema que se le presenta a Roures y Benet es la composición del poder accionarial tras el rescate por parte de Orient Hontai. La inversión de los chinos, sin duda alguna, va a diluir la fuerza de los dos fundadores que, aunque cuentan con el apoyo de los británicos, se han colocado en una posición límite. Los socios principales no están dispuestos a desembolsar más dinero para que Roures y Benet sigan mandando.
Según ha podido saber OKDIARIO, Orient Hontai está presionando a Juan Antonio Samaranch Jr, la persona que los convenció para invertir en Mediapro, para reforzar el Consejo de Administración con profesionales de su confianza. También ponen como condición que Roures y Benet sean apartados de la gestión.
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